Soy transexual y debuté con un hombre maduro

Me llamo Carolina, nací hombre biológicamente, pero siempre me sentí una mujer. Cuando me independicé de mis padres, me fui a vivir sola, con la intención de vivir libremente mi sexualidad. Para eso trabajé muy duro, ahorrando dinero, pues, quería realizar mi sueño...transformarme completamente en una chica. A los 23 años, comencé el proceso de transformación y feminización...tomé hormonas, me vestía de mujer, me maquillaba, hacia mucha gimnasia para modelar mi cuerpo, trabajé con mi voz para hablar como mujer y; por fin, llegó la oportunidad de hacerme varias cirugías para feminizar mi rostro, me hice implantes, me operé la cola y, me cambiaron el sexo, sacándome mis genitales masculinos, haciéndome una vagina.
Mi apariencia cambió radicalmente...me gustó lo que vi en el espejo...era toda una mujer y, por cierto muy atractiva. Me sentía feliz. Cuando caminaba por las calles atraía las miradas de muchos hombres y me decían muchas cosas sin saber ni sospechar sobre mis cambios. Me veían mujer.
En una ocasión me invitaron a una fiesta de bodas. Acepté la invitación presintiendo que algo especial me sucedería. Hasta ese momento no había tenido ninguna experiencia sexual con un hombre, y yo sentía atracción por los chicos...esperaba, deseaba que ocurriera.
Para esa noche me preparé con todo. Pasé el día entero en un salón de belleza. Me maquillaron estupendamente; me pintaron los labios con un lápiz labial color rojo muy intenso. Mi piel blanca y bronceada resaltaba mi boca sensual y el pelo negro alisado destacaban mis ojos celestes que son como dos faroles. Me puse un conjunto de lencería muy fina color roja con encaje bordado, y un vestido negro corto, sensual, provocativo y ajustado al cuerpo que resaltaban mis curvas. Dos preciosos aros de oro adornaban mis oídos; una gargantilla alrededor de mi cuello, pulseras y anillos me daban una apariencia impactante. Me puse unas sandalias negras muy sexys con tacones altos, y un perfume importado que completaban mi apariencia completamente femenina. Mis manos y mis pies atendidos por la manicura y la pedicura, lucían espléndidos, con mis uñas cortas pintadas de rojo pasión.